Editorial de MICIUDADREAL.ES sobre la carta del director general del Aeropuerto de Ciudad Real, Escolástico González, con motivo del primer aniversario de la infraestructura.
¿Qué se espera que diga sobre el Aeropuerto Central de Ciudad Real su propio director general? Obviamente, que el proyecto evoluciona satisfactoriamente, pese a las dificultades, hacia un futuro de progreso.
La postura es comprensible, y hasta obligada por la lealtad profesional. No obstante, la carta de Escolástico González remitida a los medios de comunicación con motivo del primer aniversario del Central trasciende el tono esperado en las declaraciones institucionales para poner de manifiesto una opacidad informativa y un afán manipulador de la opinión pública que atentan contra el sentido común frente a la cruda realidad.
En el documento, el director de la infraestructura ha defendido la progresión económica del conocido popularmente como aeropuerto fantasma, que, pese a ello, ha sido bendecido una vez más como “uno de los ejes centrales para la recuperación económica y laboral de Castilla-La Mancha”.
Según González, las dificultades del 2009 han sido “chinitas”. Pero presumir de 50.000 viajeros y de 1.000 toneladas gestionadas connota cierto patetismo, tanto por esas cifras irrisorias como por las primeras estimaciones que sus responsables barajaron: ni más ni menos que, como mínimo, 300.000 pasajeros durante el primer año y unos dos millones al cabo de los tres siguientes.
La realidad es que, apenas doce meses después de su problemática inauguración (marcada por la polémica de sus incumplimientos medioambientales), el Central ha protagonizado el más espectacular fiasco de la historia regional.
De hecho, parece estar cada día más lejos de cumplir con sus desorbitados objetivos iniciales.
El Aeropuerto de Ciudad Real se perfila como un fasto desproporcionado que ha costado más de 500 millones de euros (hace sólo unos meses estaba prevista una inversión total de más de 1.000 millones), ejecutado en buena parte por las empresas de los propios promotores, y planificado sin estudios previos que tuvieran en cuenta el potencial real de la zona.
Consecuentemente, las malas noticias no tardaron en llegar: hoy sólo presenta un sobrecogedor déficit de pasajeros, unas deudas astronómicas que los cálculos más optimistas sitúan por encima de los 300 millones de euros, y dos demandas de concurso necesario de acreedores.
Además, el primer año del Aeropuerto ha jugado en contra de las previsiones de creación de empleo.
Se llegó a asegurar que en el año 2015 unas 8.000 personas podrían estar trabajando en el entorno del aeropuerto, pero lo único que ha sucedido hasta la fecha es una escabechina de despidos y recortes que ha afectado a casi la mitad de la plantilla inicial de cien trabajadores.
Ésta, por cierto, cuenta con un significativo porcentaje de personal directa o indirectamente vinculado a ciertos promotores y políticos.
Pero la sintomatología del Central no acaba ahí. El batacazo del abandono de Air Nostrum como compañía operadora dejó al aeropuerto compuesto y casi sin vuelos: en la actualidad sólo cuenta con los cuatro semanales gestionados por Air Berlín con destino a Palma de Mallorca, así como con el insuficiente goteo de operaciones vinculadas al transporte de mercancías y aviación privada.
Hay que recordar que fueron los propios dueños del aeropuerto quienes comenzaron a dudar del éxito a largo plazo de su misma inversión (o a mostrar que su único interés era el beneficio inmediato), al iniciar las operaciones de venta a un grupo árabe… Apenas tres meses después de la inauguración del aeródromo.
¿Un aeropuerto privado?. Por otra parte, en su misiva a los medios de comunicación, González insiste en la singularidad de un aeropuerto que no ha recibido “ningún tipo de ayuda pública”, al mismo tiempo que reclama “más implicación de los organismos públicos”.
Parece olvidar que el Aeropuerto de Ciudad Real ha sido uno de los gloriosos caballos de batalla de los Ayuntamientos de la zona, independientemente de su signo político, así como del Gobierno regional, que llegó a declararlo Proyecto de Singular Interés.
En este sentido, los consistorios de Puertollano y de Ciudad Real, entre otros, y la misma Diputación Provincial, no dudaron en entrar a formar parte de la sociedad promotora.
La Junta de Comunidades ya anunció en 2001 la concesión de las primeras ayudas para la construcción de la infraestructura. Y, más recientemente, modificó ad hoc la Ley de Ordenación Territorial y Actividades Urbanísticas de Castilla-La Mancha (LOTAU), para facilitar la revalorización de los terrenos del polígono industrial anejo y su venta a terceros... Algo expresamente prohibido por la legislación anterior.
Otro ejemplo de ayuda pública es la recibida por Air Berlín de manos del Gobierno regional, que ha destinado una financiación directa de 350.000 euros anuales a la compañía alemana en concepto de “promoción del turismo de la región”, aunque con el claro objetivo de que la aerolínea no acabe también por abandonar al Aeropuerto a su suerte.
Los inquietantes autobuses fantasma, que recorren incansables, continua aunque completamente vacíos, la autovía A-41 con destino al Aeropuerto desde Puertollano y Ciudad Real, también han sido sufragados al 50 por ciento por sendos ayuntamientos, en lo que supone un gasto conjunto de unos 300.000 euros anuales.
No obstante, el caso más sangrante para las arcas públicas ha sido el famoso y temerario crédito de 167 millones otorgado por Caja Castilla La Mancha a unos promotores que, dicho sea de paso, son grandes amigos de José María Barreda.
El hecho de que el préstamo fuera avalado por las propias acciones y que fuera imposible ejecutarlo satisfactoriamente ha convertido a CCM (que ya poseía el 30 por ciento de los títulos de propiedad) en el dueño de facto de un proyecto ruinoso que ha resultado decisivo, a la postre, en la desaparición de la caja de todos los castellano-manchegos.
El tono idílico de la carta de Escolástico González sólo se explica, en fin, ante las supuestas perspectivas de venta a un fondo de pensiones estadounidense de nombre desconocido, que al parecer se muestra interesado en adquirir y potenciar las instalaciones.
Así, accionistas y trabajadores miran a Carolina del Norte como el Míster Marshall que les saque de la incertidumbre… Agotada ya la credibilidad de la gestión de los actuales responsables del Aeropuerto Central de Ciudad Real.
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